28 de diciembre, día de los Inocentes. El nombre no podría ser más acertado. Hoy, a las cuatro y media de la tarde, ha dado comienzo la masacre de cuatro becerros en la plaza de torturas de Marbella. Cuatro crías de vaca y de toro. Niños. Inocentes. Si, esto se acaba. No tiene futuro. Pero es duro ver pasar el camión que lleva a esos seres Inocentes a un patíbulo tan cruel. Para ellos, para esos cuatro Inocentes, tampoco hay más futuro. A cada uno de ellos le recordaré, le llevaré en mi corazón al lado de todos los otros Inocentes, que se marcharon entre terror y dolor por la esquizofrenia de la sociedad en la que vivimos. A cada uno de ellos les digo Perdóname Lo Siento Gracias Te Quiero Laura
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A las dos de la tarde de este soleado pero fresco día de diciembre, tengo la gran dicha de participar a un evento que me emociona: MI PRIMER ALMUERZO DE NAVIDAD VEGANO Almuerzos, cenas, meriendas y reuniones de Navidad he tenido muchos en mi vida, pero nunca he tenido el gusto de participar a uno que fuera totalmente libre de explotación y crueldad hacia los seres animales. Es extraordinario. Málaga, pleno corazón de Andalucía, una tierra de corridas de toros, de jamones de pata negra, de espetos de sardinas, se despierta y se activa. Me emociona. Medio centenar de personas celebrando unas fiestas de paz y amor. De verdad. Esas 55 personas, y muchas más, seguiremos trabajando para que estas reuniones dejen de ser extraordinarias, para que se coviertan en lo NORMAL, sustituyendo las descritas abajo. Que diferencia. GRACIAS a tod@s por llenarme el corazón de esperanza. Laura La cena del líder (un cuento de Navidad) Por Marta Navarro García "El que te alimenta, te controla", Thomas Sankara En los mataderos siempre es invierno. Como copos de nieve que se estrellan contra el mármol van desfilando en silencio los animales. Decenas de pedidos se acumulan sobre la mesa. Supermercados, comidas benéficas, de navidad y una cena mitin para más de trescientas personas a la que abastecerán en unas horas. Todo tiene que estar perfecto. La sala está repleta de hombres y mujeres que aplauden la llegada del líder y su comitiva. Hay un rumor de banderas honestas ondeando el escenario y las mesas de los comensales. El carismático líder habla despacio, pero con firmeza. Exige acabar con la pobreza. Reivindica el lenguaje del trigo y de la ética, habla de respeto, de la empatía hacia el otro, de las injusticias que hay que combatir. Y mientras dibuja un mundo libre de crueldad, apura el último bocado de carne y pide un par de costillas con patatas. ¿Es lechal, verdad? Sí, le aseguran. Su comida nació hace mes y medio. Ha permanecido junto a su madre seis semanas, es un glotón que adora mamar. El día que lo separaron de ella gritó desesperado durante todo el traslado en el camión. Llegó a una sala fría y oscura junto a decenas de corderos pascales que llevaban un número y una fecha de sacrificio marcados sobre el cuerpo. La empresa calculó que la comida del carismático líder y sus compañeros estaba lista, pesaba siete kilos, el peso óptimo para el mercado, para ser consumido. Camino del matadero tuvo frío, hambre, miedo, pero también curiosidad. Hasta que sintió un golpe seco, allí acabó todo. Una vez despiezado, la comida del carismático líder realizará el viaje más largo de su vida, mejor dicho, de su muerte. En ese viaje hasta la ciudad no podrá ver el campo, los árboles, las flores del camino, tampoco podrá escuchar el chapoteo del agua de la fuente, todo aquello que estaba tan cerca y que nunca pudo sentir, oler, tocar. Las bandejas de plástico borran toda huella de crueldad, lo hacen aséptico, es carne de un animal, mejor dicho, de una cría de animal, pero podría ser pan, pasteles o lechugas. El supermercado es un lugar donde existe el consumo, no el dolor. No hay memoria en un supermercado, nunca hay preguntas, salvo sobre las ofertas del día. Al cabo de unas horas su carne tierna e infantil llega al plato del carismático líder, junto a un puñado de patatas y de hierbas aromáticas. En la sala, llena de jóvenes revolucionarios y expertos, hombres y mujeres de impecable historial de libertades siguen comiendo y defendiendo una lucha certera contra las injusticias, una renovación de la lucha de clases en el siglo XXI. Las canciones y el vino animan el ambiente. Y mientras trenzan palabras en el aire, el líder hinca sus dientes sobre el blando lomo, chupa con disimulo las costillas y arranca con placer los trozos de carne unidos al tierno hueso. Cuando termina, se levanta, alza su copa y exige junto a sus compañeros acabar con la explotación. Hay que plantarles cara a los explotadores, hay que ganar esta batalla, grita, y a veces no nos damos cuenta, no vemos lo que tenemos delante de nosotros. Le aplauden y él, agradecido, despliega su mejor sonrisa, aunque entre los dientes, la carne de otro esclavo ha sido engullida bajo promesas revolucionarias, bajo palabras como igualdad, explotación y libertad. La revolución empezará mañana, dicen, pero esa… esa es otra historia. En los mataderos siempre es invierno. En los mataderos siempre es infierno. Nota de la autora. Cuento inspirado en la cita de la escritora Alice Walker: “Cuando un día hablábamos sobre la libertad y la justicia estábamos sentados ante filetes. Estoy comiendo miseria, pensé para mí cuando tomé el primer bocado, y lo escupí" . No se encuentra en el Polo Norte sino en Yiwu, una ciudad de 1,2 millones de habitantes situada en el extremo más occidental de la República Popular China. En esta "Aldea de Navidad" no hay nieve y no hay elfos, lo que sí hay en abundancia son fábricas de las cuales cada año salen el 60% de todas las decoraciones de Navidad del mundo. Hay rojo en el techo y rojo en el suelo, gotea rojo de los marcos de las ventanas y de las paredes. Aquí se fabrica la Navidad, este es el corazón real del taller de Santa Claus, a miles de kilómetros del Polo Norte. A nuestra imaginación celebratoria le gustaría fantasear con una Navidad de elfos de mejillas rosadas y una cabaña de madera cubierta de nieve en algún lugar del Círculo Polar Ártico. La realidad es muy diferente. Lo más probable es que la mayoría de los adornos, guirnaldas y luces que tenemos dentro (y fuera) de nuestra casa viene de Yiwu -a 300 kilometros de Shanghai- una ciudad en la que no hay un pino real a la vista, ni copos de nieve naturales. Bautizada con el acertado nombre de "Pueblo de Navidad de China", en Yiwu se encuentran 600 fábricas que colectivamente producen más del 60% de toda la decoración y accesorios de Navidad del mundo, desde los brillante árboles de fibra óptica a los simpáticos sombreros de Papá Noel. Los "duendes" que se "ganan la vida" en estas fábricas son en su mayoría trabajadores immigrantes, que cumplen con turnos de 12 horas al día, a menudo los siete días de la semana, por un sueldo de 300-400€ al mes. Y que ni si quieras tienen idea de lo que es la Navidad. "Tal vez es como el Año Nuevo (Chino) para los extranjeros", conjetura Wei, 19 años, quien llegó a Yiwu desde la provincia rural de Guizhou este año. Junto con su padre trabaja largas jornadas en la fábrica salpicada de rojo, submergiendo decoraciones de poliestireno en un baño de pegamento para luego ponerlos en una máquina que los recubre de un polvo plástico hasta que se vuelven de color rojo. Esto lo hace 2.500 veces al día. Todos los días. En el proceso ambos terminan cubiertos de pies a cabeza con ese polvo fino color carmesí. Llevan un sombrero de Santa Claus (no por el espíritu festivo, dice su padre, sino para intentar evitar que su cabello se tiña de rojo) y ambos gastan al menos 10 mascarillas al día tratando de no respirar el omnipresente polvo. Es un trabajo agotador que esperan tener que hacer sólo durante unos meses: una vez que hayan ganado lo suficiente para que Wei pueda casarse, piensan volver a su casa en Guizhou y no volver a ver polvo rojo en sus vidas. Empaquetados en bolsitas de plástico, sus brillantes decoraciones rojas cuelgan junto a una enorme variedad de parafernalia festiva en el Yiwu International Trade Market, un "paraíso" de tiendas "todo a 100", una feria interminable de todo lo que no es necesario en el mundo y que, sin embargo, uno puede sentirse obligado a comprar en algún momento irracional. Hay calles enteras en ese laberinto dedicadas sólo a flores artificiales y juguetes inflables, luego se pasa a las sombrillas y los anoraks, a los cubos de plástico y los relojes. Es un palpitante monumento al consumismo mundial de varios pisos de altura, es como si se les hubiese dado nueva forma a lo que llena los vertederos del mundo, para luego catalogarlo meticulosamente de nuevo en 62.000 puestos de venta. El complejo fue declarado por la ONU como el "mayor mercado mayorista de pequeños productos del mundo" y debido a su escala hace falta una especie de mapa urbano que lo organiza en cinco distritos diferentes. El Distrito 2 es donde se puede encontrar la Navidad. Hay pasillos forrados con nada más que oropel, calles palpitantes compitiendo con espectáculos de luz LED, medias de todos los tamaños, árboles de Navidad en plástico azul y amarillo y rosa fluorescente, conos de pino de plástico en oro y plata. Con el objetivo de ventas en el extremo inferior del mercado, las ventas de Yiwu prosperaron durante la recesión dado que todo el mundo compraba "diversión festiva" a precio reducido, pero este año las ventas internacionales se han reducido. Aún así, de acuerdo con el vicepresidente de la Asociación de la Industria de Productos de Navidad de Yiwu, el mercado nacional va en aumento gracias al festival anual de Mammon. Santa Claus es hoy en día más conocido por la mayoría de los chinos que Jesús Cristo.
Los radiantes vendedores de Yiwu no podrían estar más felices de su cadena perpetua de Navidad eterna. Según el vendedor de un puesto que parece una miniatura de las maravillas del invierno, "estar sentado aquí cada día admirando todas estas hermosas decoraciones es realmente bueno para el estado de ánimo". Es poco probable que los que se encuentran al otro extremo de la línea de producción, recluidos en los talleres inundado de polvo rojo -para que nosotros podamos comprar decoración a 99 céntimos- piensen lo mismo. Fuente: The Guardian Anoche estuve viendo Sweatshop, un documental/reality en 4 partes que trata de tres chavales noruegos que llegan a experimentar en sus propias carnes lo que es la vida de un trabajador textil en un país “en vía de desarrollo”. Este documento gráfico pretende ser un testimonio de las condiciones de vida de los que producen nuestros bienes de consumo, en este caso ropa, aunque creo que hay documentales que cumplen esa función de forma mucho mas profundizada -China Blue por ejemplo- ya que si esas son las condiciones de la fabrica en la que se le permite grabar al equipo noruego, podemos imaginar cuales serán las condiciones en las otras fabricas, como bien apunta Ludvig, uno de los protagonistas del vídeo, En mi opinión, más que un testimonio de la realidad de los trabajadores textiles del “tercer mundo”, Sweatshop descubre de forma inequívoca los pensamientos y creencias más intimas y profundas que solemos tener los afortunados miembros de las sociedades “desarrolladas” -o sea los consumidores finales de los productos manufacturados en los sweatshops del resto del mundo- acerca de las personas que los fabrícan. Y lo hace de forma tan escalofriante en momentos como el en que una niña bonita noruega de 17 años que se gasta 600€ al mes solo en ropa -pero que no ha comprado nada durante todo el último año porque gracias a los fabulosos fashion tips de su blog con 82 mil seguidores en instagram, le regalan ropa todos los días- se plante delante de una cámara y afirme sin que se le congele el corazón que “los que trabajan allí están acostumbrados a trabajar tantas horas en esas condiciones”, que “ni si quieras han visto nunca una silla, ellos están acostumbrados a sentarse en taburetes”, o que su compañera de video afirme que “ellos duermen mejor en el suelo porque nunca han dormido de otra forma, así que no les duele nada”. No pude no sentir rabia en ciertos momento mirando esos vídeos... Que arrogante es la ignorancia, y que obtusos somos cuando nos conviene, ni si quieras habiendo probado en en primera persona (durante UN SOLO DÍA) lo que significa dormir en el suelo y terminar un turno de trabajo tan exhaustos como para que nos tiemble todo el cuerpo, nos conviene dejar de creer que el mundo en el que hemos tenido la suerte de vivir es PRIVILEGIADO. E INJUSTO. Hay que admitir que lo que menos cuesta es seguir viviendo en el sistema en el que hemos nacido... Es bastante complicado darse cuenta de que no todo lo que la sociedad nos presenta como "la verdad" realmente lo es (nunca puedo evitar pensar en el Show de Truman), y definitivamente es un esfuerzo muy grande vivir de acuerdo a nuestros principios una vez descubiertos ciertos engaños. Es nadar a contracorriente. Siempre, cada minuto del día, cada día del año. Aun así, una vez que nos hayamos planteado determinados temas, se hace, se nada a contracorriente todo lo que se puede. Porque es contrario a toda ética que en un mismo planeta haya personas que se gasten 600€ al mes exclusivamente en ropa, y otras que tengan que vivir con 3$ al día. Y eso ni si quieras es lo mas tremendo, porque en ese mismo planeta hoy en día hay más de mil millones de personas que viven con MENOS de 1$ al día. Es kafkiano (y al mismo tiempo tan previsible) que sea la chica de 19 años víctima de la explotación y cuya madre muriera por inanición cuando ella era bebé, la que consuele a la chica noruega privilegiada que no ha pasado hambre ni un minuto de su vida, en el momento en que su mundo perfecto se derrumba. Eso es lo que suele suceder. Que nos sorprendamos cuando preguntamos “eres feliz?” a alguien que vive 1000 veces peor que nosotros, y la respuesta es “no”. Nos choca, porque “ellos no conocen otra forma de vida, no deberían echarla de menos”. No tengo palabras. Y después de haberse gastado dos tercios de su salario (ni en broma les habrían pagado por el trabajo que hicieron, seamos realistas) en 800 gr de comida y darse cuenta de que con eso comen en Camboya 10 personas, la gran denuncia se reduce a: “las grandes cadenas de ropa están permitiendo que sus trabajadores se mueran de hambre, porque NADIE hace nada?”. Para que tomarse la responsabilidad de lo que pasa en el mundo si se puede dejar ese trabajo a “otros”? Para que plantearse que, cada vez que compramos una prenda, que sea de H&M o de Zara a 50€, o que sea una de mercadillo a 5€, estamos contribuyendo a que esa realidad se perpetué? “Sin ese trabajo se morirían de hambre”. Obviamente este tema también salió en el vídeo, no podía ser de otra forma. Como si antes de H&M y Zara la gente en Camboya no viviera... Lo que nos conviene olvidar es que la gente del "tercer mundo" vivía perfectamente antes de la llegada de las multinacionales que les roban la tierra, su fuente natural y milenaria de sustento. Es complicado verlo en perspectiva, pero el hecho es que todo en el mundo está conectado. Cada vez que el dinero=poder cambia de mano, hacia o desde la nuestra, estamos plasmando el mundo en el que vivimos. En mi opinión, en el caso de la ropa la prenda más ecológica y más ética que exista es la que ni se compra ni se fabríca. Necesitamos mucho menos de lo que pensamos, la mayoría de nuestras “necesidades” son artificiales y no son necesidades para nada. Este es el momento del año perfecto para que pensemos muy a fondo en el tema. También me da esperanza oír a Ludvig decir que “somos ricos porque ellos son pobres”. Supongo que los tres chicos sacaron algún aprendizaje profundo de esa experiencia en Camboya, o eso espero. Hemos nacido en un sistema, el capitalista, en el que yo misma confié y que defendí durante muchos años. Para mi estaba claro, cuanto mayor mi esfuerzo, mayor será mi recompensa, es algo loable esforzarse para lograr avanzar en la vida. Tengo que admitir que para mi de cierta forma funcionó, “construí” mi vida en base a mi trabajo, pero claro, había truco: tengo pasaporte italiano. Nunca hubiera podido vivir la vida que vivo hoy en día, partiendo de las condiciones de mis comienzos (en proporción), trabajando como lo hice, pero con un pasaporte camboyano, chino, boliviano, mauritano, haitiano... Y decidme, que merito hay en haber nacido en un país u otro? Que nadie por favor me hable de karma, porque pensar que tienen que haber sido los méritos de nuestras vidas pasadas los que nos permiten nacer en algún país del “primer mundo” creo que significa no haber entendido muy bien las reglas karmicas. Porque hacer parte del “Golden 10%”, o sea de los habitantes de algún país privilegiado, nos da la opción de NO explotar al 90% restante, y por lo que puedo observar, por ignorancia o de forma consciente, no hay muchos que estén tomando esa decision. Explotar nuestros hermanos de planeta, consciente o inconscientemente, no es algo que pueda hacernos ganar muchos puntos karmicos que se diga, creo yo. Al contrario, pienso que según las leyes del karma lo justo sería que en nuestra próxima vida nos reencarnamos en un elefante de carga, en una niña brasileña de favela que será madre a los 15 años, en una gallina ponedora, en un en un niño que nunca probará el chocolate en Costa de Marfíl, en una vaca lechera, en una niña o niño nacidos en un burdel, en un burrotaxi de Mijas, en una cucaracha... Hacernos creer que cada esfuerzo es recompensado es una de las mayores mentiras del sistema en el que vivimos. Que alguien sino me explique porque un trabajador en España gana 1000€ al mes trabajando 8 horas al día durante 5 días a la semana, y un trabajador en Camboya gane 130$ para trabajar 14, 7 días a la semana. El engaño de la fórmula esfuerzo=recompensa es brillante, es una de las razones principales por las cuales el capitalismo se ha extendido globalmente y está tan arraigado en nuestras mentes. Pero la realidad es que no hay esfuerzo que justifique ingresos anuales de 27 millones de dolares para UNA SOLA PERSONA, perteneciente al grupo de los ricos más ricos de los EEUU (por ejemplo), si en el mismo planeta alguien gana 3$ al día. Si el sistema capitalista fuera ecuánime, cuantas horas al día tendría que trabajar una persona que gana 27 millones de dolares al año, si consideramos las 14 de un trabajador textil que gana 1.560$ en el mismo periodo de tiempo? Ese es justo el punto. Para que el sistema capitalista funcione son necesarias esas diferencias, para que haya explotadores (aun inconscientes) se necesitan explotados. Porque es IMPOSIBLE que el coste real de un vaquero sea 8€, o de una camiseta 2€, o de unos zapatos 10€. Lo que falta no lo estamos pagando nosotros, lo están pagando otros que supuestamente tienen nuestros mismos derechos y que, en realidad, ni en sueños los tienen. Tampoco pensemos que las prendas más caras dejen más beneficios a los que las manufacturen, las transporten, las almacenen, las vendan... Ese es otro truco muy eficaz del capitalismo, concentrar el trabajo y por consecuencia las ganancias. Ahora son las multinacionales las que dictan sus condiciones, y si uno no las acepta hay 1.000 detrás que las aceptarán. Este método de presión y chantaje va bajando por la cadena de producción, empiezan los “grandes” (multinacionales y países con poder económico) pasando por todos los escalones intermediarios (empresas de distribución, fábricas, almacenes, transportistas) hasta llegar al trabajador que no tendrá más opción que aceptar lo que se les de. Porque en este mundo hay muchos hambrientos que aceptarán cualquier condición que se les imponga, simplemente por tener la esperanza de poder alimentar a sus familias. Hace falta un cambio muy profundo en nuestra sociedad. Es NECESARIO salir del sistema asesino y suicida en el que estamos viviendo, y no solo por ética sino por mera supervivencia. Hay varias iniciativas valientes propuestas por personas que no se paran en la superficie de estos asuntos, que no dejan la responsabilidad de lo que pasa en el mundo a “otros”. La Economía del Bien Común es una de mis favoritas, merece la pena informarse acerca de lo que se propone en ese marco. También hay varias corrientes de decrecimiento en todo el mundo que merecen la pena ser consideradas. Aun así, que sea en el seno de una u otra iniciativa o no, el cambio empieza con nosotros. El primer paso es darnos cuenta de que NECESITAMOS MUCHO MENOS DE LO QUE PENSAMOS. Nuestras necesidades básica son cubiertas con una fracción de lo que solemos gastar/comprar cada semana, cada mes. Es fácil darnos cuenta si reflexionamos realmente sobre el asunto. Parece manido pero es una gran realidad: mucho de lo que necesitamos no se compra con dinero. Para todo el resto, empecemos con este simple ejercicio. Cada vez que saquemos el monedero pensemos que el dinero es poder. El poder que nuestra sociedad ha otorgado al dinero es el de plasmar el mundo en el que vivimos. El dinero que recibimos al igual que el dinero que damos. Así que cada vez que recibamos dinero (como pago por nuestras prestaciones o cualquier otra razón) sería una buena práctica preguntarnos de que forma ese dinero está plasmando el mundo, y si ese mundo es el que queremos dejar a las generaciones futuras.
En el momento en que nos hagamos ese planteamiento, entenderemos que trabajar para una empresa que fabrica armas (ejemplo extremo) probablemente no esté plasmando el mundo de la forma que queremos. A lo mejor llegaremos a la misma conclusión si trabajamos en una empresa que construye casas de segunda residencia para turistas ricos en el litoral español (porque me saldrá justo este ejemplo?), o en una tienda de pieles. Si somos consecuentes con nosotros mismos, en ese momento empezaremos a buscar alternativas. Sería igualmente buena práctica que nos preguntemos como el dinero que estamos sacando de nuestro bolsillo (o de nuestra cuenta bancaria) está plasmando el mundo. Posiblemente a raíz de este planteamiento decidamos llevar nuestro contrato de luz a una de estas compañías, o dejemos de ceder a los compromisos de los regalos de Navidad/Reyes que únicamente terminan por llenar los trasteros (si esto lo hemos entendido nosotros, nuestras familias también lo entenderán!), o decidamos dedicar el presupuesto de empresa para los regalos a clientes y proveedores, para apoyar alguna organización que ayude a los que realmente lo necesitan (digamos la verdad, nuestros clientes y proveedores ya no tienen ningún uso para la agenda o el calendario! Dedicar esos fondos a obras benéficas es incluso una buena estrategia de marketing, trabajamos con personas inteligentes que lo apreciarán, como lo haríamos nosotros). Algunos cambios son más simples e inmediatos que otros, obviamente. Es mucho más fácil elegir comprar esto en vez que aquello en nuestro día a día (o evitar comprar algo), mientras cambiar de trabajo requerirá más tiempo y dedicación, y posiblemente para este año los regalos de empresa ya estén comprados. Que eso no nos impida arrancar, los cambios vienen poco a poco, y se empieza por los pequeños. Plantearse de que forma el dinero=poder influye en nuestras vidas y en las de los demás, se convierte con el tiempo en una costumbre, en algo que se hace sin ni si quieras pensar. Y mientras tanto, seresmo el cambio que queremos ver en el mundo. Laura En el marco de la creciente criminalización de la protesta social por parte de los gobiernos de todo el mundo, los activistas pro-derechos animales y los ecologistas están entre los blancos más evidentes. Cada día se promulgan nuevas leyes y reglamentos que impiden ya no la destrucción en si de propiedad privada, sino el mero registro de actividades que, por ley, son ilegales. Es como si en un bar o en un centro comercial (propiedades privadas) vieras a un hombre pegar a una mujer o a un niño, y decidieras filmarlo con tu movil para que la policia tuviera pruebas del maltrato. Hay países en los cuales, si hicieras lo mismo siendo testigo de un maltrato a un ser animal (prohibido en España por las Normativas sobre el bienestar de los animales en la granja, parecidas a las de nombrosos paises) en una granja, en un laboratorio, en un criadero o en una tienda de "mascotas", no solo no se utilizará tu grabación como prueba del maltrato, sino que encima te arriesgarás a terminar en la carcel por la grabación de ese testimonio. No se está hablando de países del "tercer mundo", esos países en los que a los maridos se les permite pegar a "sus" mujeres. No, estos son países considerados "civilizados", del "primer mundo", "el hogar de los valientes y los libres". Y estas leyes están llegando a España, están llegando a los paises de Europa y a los demás paises del mundo. Nos estamos volviendo locos. Cada vez que pienso en este tipo de cosas me llegan automaticamente a la mente las palabras del Dr King escritas en la Carta desde una Carcel de Birmingham. "...existen dos clases de leyes: las leyes justas y las injustas. Yo sería el primero en defender la necesidad de obedecer los mandamientos justos. Se tiene una responsabilidad moral además de legal en lo que hace al acatamiento de las normas justas. Y, a la vez, se tiene la responsibilidad moral de desobedecer normas injustas." A veces temo que llegue el momento en que todo será guerrilla. A veces pienso que llegará el momento en que la única forma de seguir adelante será unos contra otros. A veces rezo para que, si llega mi momento de desobedecer una ley injusta, tenga el valor de hacerlo. Estas de abajo son unas declaraciones (de hace un año) de Will Potter, autor del libro Green is the new Red, coyo título hace alusion al temido "temor rojo" de los comunistas en los EEUU de los años 50. El título en español es Los Verdes son los Nuevos Rojos, y cuenta la experiencia del autor con las protestas sociales, su trabajo periodístico y sus encuentros con la autoridad. Situaciones Orwellianas, como él mismo las describe. Merece la pena leerlo. Casi se me olvida mencionarlo, porque para mi es una obviedad (no lo es para muchos). El libro, y el autor, consideran los movimientos por la liberación animal y el movimiento ecologista como uno y lo mismo, ya que tienen el mismo objetivo final (uno no sería posible sin el otro, este es un ejemplo) y sufren los mismos métodos de represión. Laura Puede que la Ley de Seguridad Ciudadana, cuyo anteproyecto ha sido recientemente aprobado, incluya disposiciones sobre drogas o eventos deportivos, pero no nos engañemos: esta ley no trata de proteger a las personas, trata de criminalizar las protestas y restringir el derecho de expresión. Acabo de estar en Madrid y Barcelona por la publicación de la traducción al español de mi libro Los Verdes somos los Nuevos Rojos. Mi trabajo se centra en cómo se está criminalizando el activismo político. Debido a mi ámbito de trabajo y a que vivo en Estados Unidos, es raro que nuevas leyes de "seguridad ciudadana" o medidas represivas lleguen a sorprenderme. Las estoy viendo cada día. Sin embargo, la Ley de Seguridad Ciudadana representa un peligroso aumento de cómo se intenta acallar la libertad de manifestarse. Por ejemplo, los delitos graves incluyen:
Todo ello es sancionable con multas entre 1.001 y 30.000 euros. Otros delitos menos graves incluyen colocar una tienda de campaña en un espacio público, tal y como ha hecho el Movimiento 15M, fotografiar a la policía o no seguir la ruta de una manifestación permitida. Estas y otras infracciones son multadas hasta con 1.000 euros. He documentado ampliamente los mecanismos que han permitido que esto se lleve a cabo en los Estados Unidos y son idénticos a lo que está ocurriendo ahora mismo en España. Por ejemplo, el movimiento ecologista de Estados Unidos ha estado llevando a cabo actos de desobediencia civil pacíficos para detener la construcción del oleoducto Keystone XL. Los activistas han bloqueado las carreteras y se han encadenado a los equipos. Como resultado, ahora se enfrentan a mayor tiempo en prisión. En algunos casos, son las multinacionales las que lo solicitan directamente. En un ejemplo reciente, informé sobre cómo TransCanada está instruyendo a la policía sobre cómo procesar a los manifestantes. En otra ocasión, un estudiante universitario llamado Tim DeChristopher, irrumpió en una subasta del Gobierno donde se estaban vendiendo tierras a las multinacionales. Tim levantó la mano para comprar estas tierras aunque sabía que no tenía dinero. La subasta del Gobierno se declaró ilegal posteriormente pero Tim fue sentenciado a 2 años de prisión. Ahora en Estados Unidos hay una expansión radical de esta criminalización. Algunos estados han aprobado leyes nuevas cuyo objetivo específico son activistas que fotografían o graban granjas industriales y mataderos. Algunos políticos han llamado a estos investigadores "terroristas". Hace sólo unas semanas, una investigadora infiltrada que mostró la crueldad hacia los animales en una granja -y cuyo vídeo condujo a procesos penales- fue acusada de crueldad hacia los animales. Decir que grabar la crueldad hacia los animales es lo mismo que causársela es parecido a lo que estas nuevas leyes españolas pretenden para proteger a los ciudadanos. George Orwell se sentiría orgulloso.
Ya estamos viviendo un crecimiento de estas tácticas estadounidenses en otros países. En Australia, las multinacionales están solicitando nuevas leyes contra fotografías que son exactamente iguales que en Estados Unidos. En España, un grupo de activistas de Igualdad Animal también se encuentra en medio de un proceso criminal. Cuando fueron detenidos, fueron etiquetados inmediatamente como "terroristas" y amenazas a la seguridad pública. Les han acusado ligeramente de la suelta de visones de una granja pero resulta absurdo. Se persigue a estos activistas políticos ya que han sido increíblemente efectivos contra industrias muy poderosas y han expuesto al público lo que está sucediendo. Independientemente de lo que pensemos sobre los derechos de los animales, estos activistas se merecen un apoyo total. De lo que he sido testigo de primera mano en Estados Unidos es que cuando las personas son objeto de persecución debido a sus creencias políticas, el gobierno nunca se detiene con ellas. Se extiende a otros movimientos sociales también, y pone todas nuestras libertades en riesgo. Esto es precisamente de lo que estamos siendo testigos con la Ley de Seguridad Ciudadana. Uno puede pensar: "Bueno, yo no escalo edificios públicos ni voy a manifestaciones, ¿por qué me debería preocupar?" El mayor peligro de esta legislación no es que todo el que se manifieste acabe en prisión o tenga que pagar una multa. El peligro real es lo que llamamos en Estados Unidos "chilling effect" o efecto paralizante. Esta ley no prohíbe, paraliza. Hace que la gente tenga miedo de expresarse y manifestarse. Les hace preguntarse si serán detenidos o tendrán que pagar multas por sus acciones. Lo más importante, es que leyes como estas tratan sobre el miedo. Sirven para que tengamos miedo de usar nuestros derechos. Durante muchos años en Estados Unidos, esta represión ocasionó un temor generalizado. Sin embargo, esto está cambiando ahora. La gente está indignada por estos ataques a la democracia, y hay más gente activándose. Yo espero que esta ley represiva en España tenga los mismos resultados: en lugar de inspirar temor, deben inspirar enfado y motivar a la gente a defender sus libertades. Aquí un avance del libro Los Verdes somos los Nuevos Rojos, y aquí el video de presentación. |
La AutoraUna Mente llena de Ideas, Archivos
July 2018
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