Desde hace una semana ha vuelto a los titulares el conflicto de Siria, imágenes tremendas de un país muriendo por una guerra civil… bueno, más bien por los intereses y las indiferencias de gente poderosa. Hay cosas que te toman desprevenida y te llegan adentro como un cañonazo. Entre las miles de imágenes y vídeos de los últimos siete días, esta simple viñeta es la que me ha cogido el corazón y lo ha retorcido sin ningún reparo. Escribo con lágrimas a los ojos. Por las 400 personas asesinadas en los últimos dos días, 130 de las cuales niños y niñas. Porque las guerras, todas las guerras mienten, como decía Galeano. Porque nadie queremos que se utilicen armas químicas que brindan muertes atroces… Pero que sentido tiene intervenir en un conflicto que dura ya siete años, “de vez en cuando”, sin la mínima intención de solucionar nada? Que sentido tiene demostrar al mundo entero que hay alguien “que puede”… pero no le interesa tanto como para buscar una solución real al conflicto? Está claro, no seria la solución que le conviene. Las guerras mienten, y aquí no se trata de estar en contra de los ataques con armas químicas sino de que el mundo sepa que alguien tiene juguetes de guerra y los puede utilizar. Porque si a esas personas les interesara realmente que el conflicto en Siria terminara, ya habría terminado. Mientras tanto, día a día, desde hace siete años, Syria se desangra. Y como las olas de refugiados y refugiadas que pretendian entrar en “nuestros” paises, comer “nuestra” comida y usar “nuestros” recursos se han parado en seco en campos “de acogida”, el tema ha desaparecido de los titulares. Siete años... Laura
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Hay personas que piensan que el machismo está muerto en nuestra sociedad moderna y que, por consecuencia, el feminismo es superfluo. En realidad el machismo está bien vivito y coleando. Hoy en día, en abril de 2018, del machismo no te libras ni si eres una mujer con medios económicos considerables y ocupas un cargo de prestigio y poder. Ni si quieras viviendo en uno de los países menos discriminatorios del mundo. Esta historia empieza hace años (probablemente incluso antes) cuando Jean-Claude Arnault, figura emérita de la escena cultural europea, presuntamente* acosa y/o abusa sexualmente de al menos 18 mujeres. Dieciocho mujeres (que se conozca) presuntamente* abusadas entre 1996 y 2017 por un hombre con reconocimiento internacional, inmensa influencia en el mundo cultural europeo, poderío económico y cargo prestigioso. Una larga trayectoria de violencia, de la que muy probablemente solo se conoce la punta del iceberg. Un detalle curioso de esta parte de la historia es que dichas alegaciones salieron a la luz a raíz de las hechas en EEUU hacia Harvey Weinstein… Si algo hemos aprendido de esto es que nunca, nunca hay que quedarse en silencio, ni si sufres abusos (de cualquier tipo!!!), ni si sabes de ellos. No se puede saber que repercusiones va a tener tu denuncia, en este caso fue el efecto mariposa. Pero bueno, sigo con la historia que quiero contar hoy. Jean-Claude Arnault es propietario y director artístico del más prestigioso club cultural sueco. Su esposa, Katarina Frostenson, es miembro de la Svenska Akademien, prestigiosa institución que elige los ganadores y ganadoras del Premio Nobel de literatura. El club cultural de Arnault mantuvo durante muchos años lazos con la Svenska Akademien (lógico), hasta que se hicieron públicas las alegaciones de los supuestos* abusos. Mientras el machismo de los acosos y abusos sexuales por parte de un hombre a muchas mujeres es evidente, ahora llega la parte más sutil de esta historia. Después de que la Svenska Akademien decidiera, de forma preventiva, cortar todo lazo con el club cultural de Jean-Claude Arnault, hubo miembros que no pararon allí y pidieron la expulsión de la academia de su esposa, Katarina Frostenson. Y lo consiguieron. Una vez más, una mujer paga por los delitos cometidos por un hombre. Pero no acaba aquí. Por primera vez en sus 232 años de historia, la Svenska Akademien cuenta desde el 2015 con una mujer en su presidencia (en la figura de secretaria): Sara Danius. Ayer dimitió, forzada por las mismas personas que pidieron la expulsión de la esposa del presunto* abusador. Después de la expulsión de la Svenska Akademien de Katarina Frostenson y de Sara Danius por los presuntos* actos de Jean-Claude Arnault, hubo dimisiones espontáneas de tres miembros (hombres) como protesta a dichas decisiónes. Personalmente aplaudo ese gesto de rechazo a una decisión reprobable, y el apoyo a dos mujeres cuyas culpas son de estar casada con un supuesto* impresentable y de haber sido durante dos años presidenta de una institución que incluye una miembro casada con un supuesto* depredador sexual que lleva acosando y asaltando mujeres desde los años '80. Consecuencia de los presuntos* actos de violencias cometidos por un hombre hacia (demasiadas) mujeres: - Expulsión de la esposa del presunto* abusador. - Expulsión de la primera y única secretaria/presidenta (en los más de dos siglos de historia) de la institución que decide el/la Premio Nobel de literatura. - Dimisión voluntaria de tres hombres (en protesta a dichas expulsiones). De verdad crees que no hay discriminación de género? Qué crees que habría pasado si la esposa de Darío Villanueva, director de la Real Academia Española, se viera involucrada en un escándalo parecido? Ah, espera, porque la casi totalidad de acosos y abusos sexuales son perpetrados por hombres (porque esto tambien hay que decirlo!), así que sería complicado que coincida que justo su esposa pueda verse involucrada en ese tipo de acusaciones. Pero de veras, crees que los y las demás miembros de la RAE le empujarían a dimitir? A mi personalmente no me hace falta que me des una respuesta, más bien tendrías que dártela a ti mismo, a ti misma. Estoy segura que de esta forma te darás cuenta que el machismo sigue bien presente en nuestra sociedad… y en la de países supuestamente más incluyentes. Queda todavía mucho trabajo para erraigar la discriminación basada en los géneros. Y de paso por favor, recuerda que los géneros no se limitan a “hombres” y “mujeres”, y que las discriminaciones no se limitan, ni de lejos, al género. * Personalmente respeto el principio de “inocente hasta que se demuestre culpable”, aunque en este caso admito que me cuesta anteponer el “presuntamente” ya que por lo que se ve, hay muchos testigos presenciales de los abusos. Evidentemente los y las miembros de la Svenska Akademien que votaron por la expulsión de Katarina Frostenson no son muy fans de este principio... Laura NOTAS
A pesar de que no se hayan planteado ni a nivel legal ni a nivel ético, no quisiera obviar las responsabilidades de cualquier persona que sea testigo de actos de violencia. Eso incluye por supuesto la esposa de Jean-Claude Arnault, Katarina Frostenson, ya que en tantos años es imposible que no estuviera al corriente de su actitud hacia las demás mujeres. Aunque no incluye solo ella, ni de lejos, sino a todas las personas que viendo como se comportaba ese hombre, eligieron no hacer absolutamente nada. Está claro que tenemos responsabilidades muy bien definidas (no solo por la sociedad sino también por la ley) si presenciamos una violación. Pero todavía tenemos que cambiar el chip acerca de nuestro papel como testigos en situaciones que se dan de forma, desgraciadamente, muy habitual. El acoso sexual no es peccata minuta. No es algo que, por el simple echo de que ocurra de forma habitual y “no haya sangre”, no acarree mayores consecuencias y por eso no tengamos que involucrarnos. El acoso sexual TIENE VICTIMAS. Las victimas son todas esas personas que lo suben, muchas veces en silencio porque ellas mismas piensan que es “solo” un momento desagradable. "Un momento desagradable” (o dos, o mil) que se nos impone ES VIOLENCIA. Además, este tipo de violencia que preferimos considerar como innocua, es en realidad la precursora de actos más violentos. No se pasa de la no-violencia a una violación sin pasar por comportamientos cada vez más “desagradables”. El acoso sexual es la primera etapa de una escalada de actos violentos que, en demasiados casos, llega mucho, mucho más allá. El mensaje que llega a alguien que acosa es que la sociedad mira por otro lado. No es sorprendente que esta persona siga en sus treces, y que dicho comportamiento vaya aumentando en todos los sentidos. También me gustaría recordar que la violencia de genero, ejercida mayoritariamente por hombres independientemente del género de quien la padece, NO es responsabilidad de las victimas sino de los individuos que la imponen. Para que deje que haber violencia de género hace falta volver la mirada hacia quien la perpetua (apoyando las victimas al mismo tiempo) y educar, educar y educar. Esto no cambiará nunca si la “solución” que se propone es que las victimas modifiquen sus costumbres (no salir por la noche, moverse en grupo, no vestir de determinada forma, no “provocar”, y mil cosas más). Esto solo lo cambiamos en el momento en que TÚ y YO, o sea “la sociedad”, digamos “NO, esto que estás haciendo no es aceptable” A PARTIR DEL ACOSO. PS: aunque parezca increíble, en 2018 hay millones de personas que piensan que el feminismo es la exigencia de la supremacía del género femenino y la sumisión del género masculino, así que aquí va la aclaración de rigor, de lo que es y lo que reclama el feminismo: - Machismo: discriminación basada en el género, en el que el género masculino es el discriminatorio hacia los demás géneros. - Feminismo: ecuanimidad para todos los géneros. |
La AutoraUna Mente llena de Ideas, Archivos
July 2018
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