Como se puede odiar a personas que ni si quieras saben que existes, que ni si quieras conoces... Pero se puede. Es un sentimiento que nace afortunadamente en muy pocas ocasiones en mi interior, y que acabo de sentir, otra vez. 15 de julio, 11 y cuarto de la noche, por lo que se ve para el ayuntamiento de Marbella el comienzo del verano. Y claro, el verano comienza con fuegos artificiales, de los que hacen un montón de ruido. De los que aterrorizan a los seres que no entienden que desde la calma de la noche, de repente nace la guerra. Porque parece que sin ruido el espectáculo no es espectáculo. Mi prole felina... esos afortunados y privilegiados seres tan queridos, duermen cerca de mi. Y de repente al otro lado de la ventana empiezan a disparar. Por suerte son unos seres que han vivido toda su vida en la seguridad de una casa y en el amor de una familia. Aún así uno de ellos levanta la cabeza para mirar lo que está pasando fuera. Yo, echada en la cama a su lado, empiezo a hablar. No digo nada en particular, las palabras no importan, es el tono lo que cuenta. Como si estuviera hablando por teléfono, porque cuando hablo por teléfono saben que todo está bien, no hay nada de que preocuparse. Es el mensaje que les doy, a mis hijos e hijas, es lo único que puedo hacer. Funciona, y es una bendición que tengan una vida tan segura que esa simple técnica funcione. A pesar de eso otro de mis hijos, después de casi 5 minutos de reloj de bombas y proyectiles, se levanta... Sigo hablando con el tono que significa "no pasa nada, todo es de lo más normal" pero el se aleja. Es el más miedoso, el que se preocupa por todo y que se asusta de la misma cuerda con la que está jugando. Es así, siempre lo fue, y ahora con 17 años dudo que vaya a cambiar. Se fía de mi, pero claro, lo que está pasando fuera es algo serio. Afortunadamente en ese momento dan los últimos estallidos, la "celebración" ha acabado y el verano ha empezado oficialmente en Marbella. Se vuelve a sentar, más tranquilo. Durante esos 5 minutos lo único que yo puedo hacer para mis hijos y mis hijas es... hablar en un determinado tono y fingir tranquilidad. Pero lo que quiero hacer en realidad es levantarme, bajar corriendo a la calle y gritar a todo pulmon QUE PAREN. Y odiar. Paralizada en la cama para que mis seres queridos se crean que aquí no pasa nada mientras fuera estalla la guerra, con lágrimas en los ojos, odiar a esas personas que no quieren saber es el resultado de mi impotencia. El persistir con el uso de estos instrumentos de "festejo" que en realidad son instrumentos de tortura para un sinfín de seres indefensos, no se puede excusar detrás de la ignorancia. Simplemente no me puedo creer que alguien aún no haya oído o leído algo acerca de las consecuencias de ese estruendo para los animales domésticos, los salvajes, incluso para las personas que no son totalmente conscientes de lo que pasa a su alrededor y que pueden ser víctimas de un ataque de miedo intenso o incluso pánico, como pueden ser ancianos o bebés. No me puedo creer que a estas alturas haya alguien en España que no haya oído alguna vez que hay personas que estamos pidiendo que se deje de causar guerras para celebrar. Cada año, antes de cada fiesta que "merezca el honor" de ser celebrada con cohetes y petardos, hay campañas de sensibilización a nivel nacional. Lo que pasa es que cambiar las costumbres para el beneficio de "otro" nos cuesta. Porque debería hacerlo? Si ni yo ni nadie de mi familia tenemos problemas con los cohetes y fuegos artificiales, son guay... Y que más da que el perro del vecino se muera de un ataque cardiaco, o los pájaros se caigan fulminados de los arboles porque de repente a su lado estalla la guerra. O que el bebé tal se despierte aterrorizado, o la mamá de cual, si, la que padece alzheimer, se mee encima por el susto. Y que más da que existan fuegos artificiales igual de espectaculares que no hacen ruido. Que más da, con que los fuegos artificiales sean chulos y haya empezado el verano. Además el ruido a mi me parece guay. Mi prole felina, mis hijitos e hijitas que tanto quiero, aquí están, han vuelto a dormir. Tienen suerte. Solo están algo más pendientes de lo que pasa fuera, y cuando levantan la cabecita les doy un par de cariñitos y se vuelven a echar. Para otros y otras la cosa es bastante diferente. Mañana leeremos en las redes sociales de aquel gatito perdido porque huyó del susto y terminó atropellado, o de aquella perrita que no aguantó tanto estruendo y no llegó viva al veterinario. Una vez más. Violencia inútil y sobre todo indiferente. Y como si nada, la vida de la mayoría sigue igual que antes de que dieran las 11 y cuarto de la noche del 15 de julio. Hasta la proxima "celebracion" que lo será para la mayoria... pero no para todo el mundo. Laura
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La AutoraUna Mente llena de Ideas, Archivos
July 2018
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