Jose Mujica, el Presidente más Rico del Mundo

Que una  persona como Jose Mujica llegue a ser presidente de un país, y que cumpla íntegro su mandato, sólo es posible por la misma razón por la cual Islandia pudo salir de su crisis financiera: ambos paises, Islandia y Uruguay, son casi insignificantes en el juego del poder global.

Por eso se le permite al presidente de un estado -en el marco de la Conferencia de la Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible- proclamar un discurso en el que afirma que lo más importante de todo es la FELICIDAD, que para eso venimos al mundo, y no para trabajar, consumir, crecer económicamente.

Admiro a Jose Mujica, aunque no le conozca personalmente. Creo que es el único político del que pueda decir esto. Y mira que hay políticos en el mundo...
Admiro que no se haya dejado corromper por el poder, como pasa demasiadas veces a personas con nobles ideales, especialmente en "paises en vía de desarrollo".
Admiro que, en su figura oficial de présidente, haya tenido el valor de pronunciar palabras que ningún otro político pronunció jamás, a pesar de ser muy consciente de ser un actor minúsculo en ese gran tablero de ajedrez que es la política mundial.
Admiro que haya dado prioridad al hombre antes que al presidente.
Me encantaría tener la oportunidad de sentarme en su salón, con su compañera de vida, y escucharles mientras cuentan su historia tomando mate.

José Mujica dejará en unos meses la presidencia de ese pequeño pais al otro lado del charco en el que nunca puse pié, e incluso para mi se termina una era. Sin conocerme de nada, sin saber ni si quieras que existo, ha dejado huella en mi vida. Ha conseguido que en el corazón de una italiana, acostumbrada a juegos de influencias, corrupción y mafia desde el día de su nacimiento, nazca un destello de esperanza de que incluso a través de la política se puede cambiar el mundo. Por haberme regalado -con sus actos y sus palabras- un pedacito de fe, que es lo indispensable para seguir avanzando, le estaré eternamente agradecida.

Me pregunto cuán diferente sería el mundo, si los presidentes de todas las naciones de nuestro planeta se asemejaran un poquito a Jose Mujica. Creo que eso es algo que no veremos muy pronto...

Laura