Ilias Mathes tiene un seguro contra el cierre de los bancos, los controles de capital y la drástica reducción de su pensión: su huerto. Si la crisis financiera de Grecia empeora, como muchos creen que sucederá, Ilias podrá alimentar a sus hijos y nietos con los frutos de la generosa tierra de Karítaina, un orgulloso pueblo en la Arcadia Peloponesa. "Tengo mi lechuga, mis cebollas, me voy a apañar", a pesar de no poder acceder al pago íntegro de su pensión. "Vamos a poder ir tirando durante un tiempo, no sé, dos meses, tal vez tres meses, porque también quiero dar a nuestros parientes. Si están sufriendo, no puedo dejarlos así, no? " La producción de alimentos da a los que viven en los pueblos rurales de muchas zonas de Grecia una pequeña medida de confianza. Es un valioso alivio a pesar de que los recortes financieros causen grandes preocupaciones. Los que no poseen vehículo propio en Karítaina tienen que pagar 40€ de taxi para ir al banco más cercano y poder retirar 60€, la cantidad máxima diaria que se permite retirar con tarjetas bancarias. El autobús a Megalopoli, la ciudad -a 17 kilómetros de distancia- con el banco más cercano, fue suprimido. Otra víctima de la austeridad. La mayoría de los residentes de Karítaina son jubilados, muchos no pueden conducir. Algunos han decidido salir adelante con lo que tienen en casa en lugar de gastar los 40€ para aventurarse hasta Megalopoli y tratar de sacar dinero de los cajeros. "Estoy viviendo de la pensión del mes pasado", susurra Pancyotis Theodoropoulos, de 85 años. "Voy a intentar ir la semana que viene. Por supuesto que estoy disgustado. El gobierno nos ha estafado, se ha quedado con nuestras pensiones." Entre los taxistas locales hay los que han reducido el precio de la carrera a la mitad para los pensionistas de Karítaina, desde que las pensiones no pueden ser retiradas íntegramente en una sola vez, pensiones que, además, suelen ser más bajas que para otros colectivos griegos. A pesar del sentimiento que pervade las mentes de los griegos de la proximidad de una catástrofe, la fuerte tradición de hospitalidad del país se mantiene intacta. Ilias no permitirá que ningún visitante se vaya sin un fajo de verduras frescas y algunas "trachanas" y "chilopites," un tipos de pasta local que su familia hace a mano. Muchos creen que la capacidad de ayudarse los unos a los otros con la comida confiere a Karitaina, con cerca de 100 residentes durante los somnolientos veranos y 30 durante el resto del año, mayores posibilidades de sobrevivir que las que tienen los habitantes de las ciudades que enfrentan la misma situación. Las comunidades rurales adoptan tácticas antiguas de supervivencia que les permiten superar periodos difíciles, como las privaciones de la Segunda Guerra Mundial y después de los desastres naturales. Los griegos tendrán sin duda que recurrir a esas tácticas de apoyo mutuo, durante esta crisis que azota su país. "En el pueblo es más fácil vivir", afirma Ionnis Psilas, endeudado de por vida después del fracaso de su negocio de importación de coches. "Los vecinos te dan los productos de sus huertas y tu les das los tuyos. En Atenas los vecinos son extraños." Fuente: Mail.com Traducido y adaptado por: Laura Paglia El que controla el alimento, controla el mundo.
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La AutoraUna Mente llena de Ideas, Archivos
July 2018
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