Pequeños Grandes Actos de Opresión Machista

A mí??? A mí esas cosas no me pasan.
Yo no me callo, llevo demasiados años planteándome determinados temas, no dejo pasar ni una. A mi edad solo faltaría eso!

Cuántas entre vosotras habéis pensado y dicho eso? Cuántas veces? Lo confieso, hago parte de ese club.

Porque he nacido en un lugar privilegiado, sea geográficamente, sea a nivel de principios, y aunque mi familia nunca tuvo mucho dinero jamás nos faltó nada necesario.

Porque a lo largo de mi vida he visto de todo, demasiadas -una ya es demasiada- mujeres golpeadas físicamente, destrozadas psico-emocionalmente por hombres que supuestamente las querían, entre ellas yo.

Desde lo peor, al micromachismo institucionalizado:

actos tan
incrustados
en una sociedad
supuestamente moderna
que ni siquiera nos los
cuestionamos.

Porque estos factores, y más, me han permitido planteármelas, todas esas cosas, y construirme una armadura que me permite en la mayor parte de las situaciones, poner las manos delante y decir

NO

"Así no quiero."
"No me gusta."
"Deja de hacer lo que sea que estés haciendo."
"Me voy."

La mayoría de las veces funciona.
Es más, en este momento de mi vida -después de una larga trayectoria de aprendizaje y alejamiento de quienes dicen querer lo mejor para ti y hacen otra cosa- estoy rodeada de personas que realmente lo quieren, mi bien.

Tengo la suerte, buscada en parte, de no deber confrontarme con muchos actos de violencia machista, ni hacia mi ni hacia otres.

Aún así… la vida te los pone delante, esos "pequeños" actos de violencia machista, en situaciones y circunstancias en las que simplemente no tienes la capacidad de reaccionar como querrías.

Fue el caso ayer. Y aunque no haya tenido la rapidez de reaccionar como hubiera querido, no lo voy a dejar pasar.

La situación. Hace unos meses sufrí un accidente de coche que me dejó con una costilla rota. Ayer estaba citada con el perito del seguro.

En consulta, a solas, me pide que me sitúe de pie dándole la espalda, y me pone las manos en las costillas.
Normal, dada la situación, no es la primera vez que me exploran las costillas en los últimos meses.

La diferencia, ayer, fue que el médico se pegó a mi.
A lo largo de todo el cuerpo. Así, livianamente.
Todo su cuerpo ligeramente apoyado a todo mi cuerpo, por detrás, mientras sus manos estaban palpándome las costillas.

En un instante tuve flashes de "esos" momentos
La hora de punta en transporte público de ciudades grandes, sientes que alguien está pegado a tí de una forma que no es normal.

De “esa” forma.

Tomas transporte público todos los días, todos los días está lleno, y solo en “esos” momentos sabes, lo sabes, que alguien se está pegando a tí de “esa” forma.

Qué mujer que haya vivido en una gran ciudad no ha tenido nunca esa experiencia? Todas las hemos tenido.
Y es algo que me hace explotar la cabeza cuando lo pienso.

Desde hace años no vivo en una gran ciudad y no uso transporte público. Desde hace años no siento “esa” sensación.
Hasta ayer, con un médico en consulta.

Y como por magia mis “trucos”, los que utilizaba en esas ocasiones, salieron de mi por acto reflejo. Se dice que el cuerpo recuerda, y bueno, ayer me lo demostró.

Automáticamente me alejé sutilmente, lo antes posible. Cuando me volvió a tocar la costilla, solo con sus manos y solo en el lado de la fractura, también me alejé lo antes posible, soltando un “no me estruje mucho que me duele”.

Cuando vivía esos momentos en un tren de cercanía, en un autobús urbano, era más joven y no me había planteado lo que me he planteado a lo largo de los años.
En aquel entonces no quería hacer escenas.
Esas cosas no se pueden probar... y como si fuera tan guapa.

Así que buscaba trucos, formas para quitarme de en medio o que el hombre de turno se alejara.
Con el tiempo desarrollé un método que me encantaba, me daba la venganza que anhelaba: simplemente iba hacia atrás y le pisaba el pie, lo más fuerte posible, y luego me daba la vuelta y con los ojos grande le decía “ooohhh cuánto lo sientoooo”. Eso me daba grandísima satisfacción, especialmente porque todo el mundo sabía lo que estaba pasando.

Pero los trucos, hacer la vista gorda a lo que pasa no cambia las cosas, así que abandoné ese y todos los demás métodos para adoptar el enfrentamiento directo: “le importaría alejarse un poco? Me está molestando, está demasiado cerca”.

Así, calma y segura, mirándole a la cara.
Son cobardes, y se alejan. Suelen bajarse a la próxima parada.
El método directo me gusta mucho más, porque sale a la luz lo que realmente está pasando.
Condena societaria.

Volviendo a ayer, pocos minutos después del suceso la visita había terminado y me encontraba en la calle. La experiencia y los principios de mis 52 años se hicieron oír en ese momento, sobrepasando la sensación de incomodidad, y una sutil rabia se hizo patente.

Porque? Porque no le había dicho simplemente que me encontraba incómoda poniéndose él tan cerca? Porque solo había abierto la boca para alejarme con excusas?

Una pequeña rabia porque el acto fue “pequeño”.

Aún así, ese hombre se había
aprovechado de su posición
y de la situación
para hacer algo que
no tenía derecho de hacer.

Una pequeña rabia hacia mi, y sobre todo hacia él, un hombre que todavía piensa que se puede pegar a una mujer así, porque le da la gana.

En realidad… no ha pasado nada, no? Fueron unos pocos segundos, no es que haya terminado eso en una agresión.

No, claro que no.

Pero algo SÍ que pasó.

Ese hombre, desde lo alto de su profesión, explotando el hecho de estar solo en consulta, y además sabiendo que puede hacer la vida difícil a las personas que visita (es él quien va a dar informe a la compañía de seguros, de eso dependen muchas cosas en momentos difíciles), se toma libertades que no tiene el derecho de tomarse.

Y las agresiones, las violaciones, incluso los asesinatos no nacen de la nada.
Nacen de una pirámide de actos, cada vez más “pequeños”, cada vez más “insignificantes”, que indican que no pasa nada si se cometen.

La base de la pirámide, cuyo ápice son agresiones, violaciones y asesinatos de mujeres, está formada justo de este tipo de “pequeños” actos semi-visibles, aceptados por no querer hacer escenas.
Son su fundación.

Un hombre que se porta como el médico de ayer, quizás nunca llegue a agredir a nadie.

Pero si el
mensaje
que recibe cada vez que se toma
libertades
que no tiene derecho de tomarse es que
nadie
le dice nada, qué le impide que esos
“pequeños” actos vayan a más?

Solo hace falta ver las estadísticas para saber que VAN a más.

Ese hombre, quizás no llegue nunca a agredir a nadie.
Aún así, ayer tomó la decisión de apoyar todo su cuerpo a mi.

Esto me dice que está bastante seguro de que, haciéndolo, no le va a pasar nada. No va a haber denuncias, escenas, ni siquiera quejas.

Esta es mi forma de decir NO.
A mi, eso no me lo haces.
Pero me lo hiciste, y en ese momento no tuve la presencia de decirte que, eso, a mi no me lo haces.
Que SÉ lo que estás haciendo.
Y no oses volver a hacerlo nunca más, a ninguna otra mujer.

Esto va a redes sociales.
No voy a dar nombres porque desgraciadamente no tengo ninguna prueba de lo que ha pasado en esa consulta en la que me encontraba a solas con él.

Pero este escrito va a llegar a la aseguradora.
Posiblemente no tenga ninguna repercusión de por sí, pero quizás sea relevante si hay más quejas.

Mi mensaje, con esto, es que

no te calles.

NUNCA.

Incluso si no has podido reaccionar como te gustaría en el momento en que has sufrido un “pequeño” acto de violencia machista.

No te calles.

Hasta que el último hombre deje de pensar que las mujeres somos objetos de los cuales puede disponer a su placer.

Funciona. La denuncia por parte de la sociedad funciona.

Laura Paglia